El CEO de una empresa de desarrollo, molesto porque en Get on Board le pedimos cambios a las exigencias de su aviso de empleo — cosa que hacemos con la gran mayoría de los anuncios — , nos escribió protestando por la mala experiencia de no publicarle el aviso de inmediato, y pidiéndonos: “dejen que el mercado haga su trabajo sin interferir en el proceso”.
Y yo le respondí: claro que interferimos.
Interferimos deliberadamente. Get on Board, de hecho, nació por esa razón precisamente. Porque el mercado laboral tecnológico en Latam lo necesita.
Ha sido históricamente un mercado mediocre, que paga sueldos de junior y exige rendimientos de senior, que ha tratado al talento digital como peones que están para no mucho más que arreglar el internet, poner bonitas las PPTs y “dejar las webs andando”.
Un mercado que mira tan en menos la tecnología que la gente más brillante de su generación — que en EEUU o Europa estaría estudiando Computer Science — acá no les queda otra que estudiar negocios o finanzas para poder ganar acorde a su talento. Un mercado donde jamás te imaginarías a un computín (y mucho menos a una computina) gerenciando nada que no sea TI.
Un mercado desbalanceado, poco meritocrático y poco transparente, donde las startups ambiciosas y las empresas que valen la pena no son visibles y a las mujeres que intentan atreverse en tecnología no se las toma en serio, se las redirige a puestos más “blandos”, o se las deja a su suerte, con todo en contra, en entornos hostiles.
Un mercado donde los líderes en tecnología no entienden de tecnología, y delegan la búsqueda de sus puestos clave en reclutadores que tampoco la entienden, que buscan (o peor aún, ofrecen) 5 años de experiencia en tecnologías que sólo tienen 3 años de vida, o terminan aferrándose a los proxies de siempre — certificaciones, diplomas y títulos rimbombantes — en lugar de lo verdaderamente importante: el track record, los desafíos superados y la iniciativa por aprender.
(Y estos líderes, dado que llenaron áreas enteras con gente que no tenía capacidad de ejecutar tecnología, terminan luego saliéndose del problemita contratando los enlatados de siempre).
Un mercado donde las empresas no se molestan en contarle al talento quiénes son, ni por qué necesitan el puesto, o si tienen algo más que ofrecer aparte de los beneficios legales y un escritorio. Donde esconderse como “Empresa líder del rubro servicios” (o esconder a tu cliente tras ese seudónimo) basta y sobra para que lluevan los CVs. Donde el proceso de selección está centrado en la conveniencia y la eficiencia en costos de la empresa.
Un mercado laboral lleno de organizaciones donde tienes que sustentar hasta la compra de cables HDMI. Donde la empresa entera está amarrada con contratos de 5 años a herramientas tecnológicas obsoletas. Donde no puedes usar Linux ni Mac ni Heroku ni Dropbox ni Google Docs ni YouTube ni Spotify.
Ese mercado por fin ha empezado a cambiar. Y Get on Board ha puesto su granito de arena dándole todo el spotlight que hemos podido a l@s pioner@s: a las startups que partieron predicando en el desierto y a los líderes de grandes corporaciones que dejaron su comodidad y se atrevieron a chocar internamente con todo el mundo con tal de crear equipos donde las reglas del juego fueran diferentes.
Esos pocos, antes, estaban enterrados tras una montaña de empleos bullshit, de importante-empresa-busca, de necesitamos-un-diseñador-programador-administrador-de-sistemas-community-manager, de descripciones de empleos de 100 caracteres. Por eso en Get on Board nunca nos interesó “retratar fielmente el mercado”. Los retratos tienden a perpetuar aquello que retratan. Hay poder en lo que muestras y en lo que ocultas. Bien lo saben los fotógrafos.
Por eso interferimos, aún a costa de nuestro propio crecimiento.
Y mientras estemos aquí, seguiremos orgullosamente interfiriendo.